ocupar la estancia sin nubes en la razón
y con una claridad de nácar
afrontar de cara al viento
las pequeñas partículas de polvo
que hieren nuestros ojos.
Un toro de larga sombra
pide una sentencia
hecha de suspiros y resoluciones.
Cuando se está solo,
de nada sirve el miedo y la inmovilidad.
Mis miembros se hacen veleta
para girar en el sentido opuesto
y despistar por un instante
el grosero bulto que ocupa
el espacio vital de mi equilibrio.
Asiendo con mi voluntad férrea
los cuernos del desasosiego,
logra la calma necesaria
para adormecer a la bestia
y matar la incertidumbre.
Mañana será otro día
y habrá otros toros que lidiar.
Escrito en Diciembre de 2014 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz"

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