Mi cabeza gira en torno
a la curvatura de tus caderas,
fluyo a través de la hendidura
de tu sexo, caudal de ternuras
y néctar amoroso,
derramado en la ebullición del amor.
La pasión servida, en el valle aéreo
de tu núbil vientre.
Acaricio en tu piel, el tiempo reciente
que compartimos,
para que ningún murmullo de tus labios,
se guarde en el silencio,
mientras busco entre tus bragas
un milagro, a punto de suceder.
Tus ojos se vuelven gaviotas
en tierras lejanas y ecos, donde el placer
es una isla rodeada de cálidos instintos
y mi voz acaricia tus oídos,
después de que mi lengua descubrió
los secretos escondidos en tu pubis
y en el desfiladero que oculta
tus nalgas de azúcar y miel.
Todo secreto guarda ternuras,
que los dioses esconden
en las entrañas de la tierra
o en la profundidad de un cuerpo amado.
Eres altar de mi adoración, la locura
sería no adorarte y negar la evidencia
de tu divinidad, cuando mis ojos
están cautivos de tu ser
y tu imagen, hace girar mis deseos y
mis pensamientos en torno a tu amor.
Escrito en Enero 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz",