ni pañuelos, para enjugar sus lágrimas.
El infierno es un patio de recreo,
donde la maldad, pasea a sus anchas.
En esta tierra yerma y agrietada, donde cada suspiro,
es el azufre y fuego de la furia contenida
del planeta, ante las continuas agresiones.
No hay cielo de ángeles puros y azul de tranquila faz,
sino el gris ceñido en el alma y el arco pintado,
con el mismo tinte de vacuidad de color
y esperanzas de baldías imágenes proscritas.
Me hieren las cuerdas del arpa, rompiendo
un silencio etiquetado y en pausa de espera,
me hiere una luz de artificio y frío neón,
donde la lluvia repiquetea sobre su cristal esférico
y el sol teme su ambigua soledad .
Las últimas migas del pan de todos los días,
se ocultan bajo la mesa y los ojos miran a la lejanía,
perdida su esfera en un imposible infinito.
Las saetas del reloj disparan las horas y clavan las ausencias
en cortezas amargas, que la memoria pierde
en las arenas del olvido.
Escrito en Mayo 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito. "Zuhaitz"
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