la atrocidad de las sombras, emergiendo
de la tierra, para volver a su lecho o a
su sepulcro.
Tristes, las ventanas que recogen las lágrimas
del cielo, y sobre su fría faz, se deslizan,
con cierto aire de melancolía.
Se acortan las distancias en los abrazos
y las rosas crepusculares, huelen al tímido rubor que se extiende, como un caudal
de cálida sangre, sobre un rostro extenuado.
El amor, en las páginas de un libro, nos cuenta el resumen de una vida, en la eterna búsqueda
de una felicidad, que sólo existe
en las narraciones infantiles y en los cuentos
de hadas.
Nos manchamos las manos con la ceniza,
de lo que pudo ser y no fue.
Recuerdos confeccionados, con los retales
de algunos segundos, que no se perdieron
en el olvido y una mirada, ajena al mundo,
donde escapar brevemente, a una realidad,
que nos somete y ahoga.
Sobre las cáscaras vacías, aún quedan
algunos frutos que, el tiempo no ha conseguido masticar.
Escrito en Marzo 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.