El extraño cristal de una fría mirada,
impide ver otras realidades
fuera del Ego.
El brillo del Oro, en su destello
muerde la imagen de la miseria
y se mira en otra dirección.
Los poderosos, en su pedestal
miran muy alto y no desean
dirigir hacia abajo la vista,
contemplan la hechura de sus trajes
y su falsa dignidad
hecha a medida.
Mientras caminan en la ciénaga,
desoyendo los gritos de desesperación.
Culpan al pobre de su pobreza,
pero sus vientres se llenan
con el hambre ajena.
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