Desterrado, sin alas, el ángel sufre
una invalidez sexual y una agónica tristeza
que va consumiendo su alma.
¿Qué hacer, cuándo se te niega el placer
de la vida? ¿ Será placentero causar
dolor y muerte?.
La mística que encierra la ferocidad,
la atrocidad, llevada al grado extremo,
cuando ya nada se teme, porque el Infierno
es una realidad vivida en lo cotidiano.
Nada puede matar a un alma muerta,
que vive en los planos más inferiores
de la existencia.
El ritual de la sangre y el amargor
que el miedo produce en las gentes,
almibara el paladar de quien lo ejecuta.
Hay algo sagrado y religioso en el terror
y la estupefacción que produce
un derramamiento de sangre.
El ángel también sangra por sus alas cortadas
y la ferocidad le hace fuerte,
diabólicamente fuerte.
Ahora es un diablo que se desarrolla
en el origen del mal o la negación del bien.
El placer cambia de forma y de plato,
donde pueden ser degustadas
todas las atrocidades,
nacidas de nuestros temores,
nuestra ignorancia y nuestro atrevimiento.
Pero eso es otra historia y no es mi historia.
Escrito en Noviembre 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario