llenarlos de emociones.
Las marejadas fluctúan en un mar que crece
y merma, peinado por un viento
que guarda silencio y actúa como un furtivo,
escondido entre las capas más finas
de la atmósfera.
Nuestra armonía se ve entreverada por
los distintos matices que componen
la paleta, en la que plasmamos todas
las impresiones de cada una de las experiencias vividas.
En cada instante pasajero, se van amarilleando
las últimas imágenes que retuvieron
nuestras pupilas y es un último propósito
de adaptarnos a cada situación
que se presente.
Nada de lo que sintamos necesita explicación,
pues actuamos a diferentes ritmos,
sin saber apenas danzar.
El ritmo es innato, como también lo es la vida
que danza en nuestro entorno y nos arrastra
con telúrico desenfreno, hacia la gloria
o el caos.
Permite siempre, que tus pies se deslicen
suavemente sobre el pavimento, evitando
(A ser posible ) tropezar.
Ante un tropiezo, aprendamos de la firmeza
del árbol o la elasticidad del agua.
La vida es eso, adaptarnos a la forma
que nos aconsejen nuestros propios
pensamientos.
Escrito en Abril 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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