El viento de la vida, inevitable,
agita los cabellos del destino,
el tiempo es sólo un soplo en el camino,
fluyendo en un periodo transitable.
Los días por compás y en su medida,
deciden el final de su utopía
y el velo de ilusión que la cubría
termina de rasgar la propia vida.
Vivimos la cruel realidad
que todo es agotado en su existencia,
soñamos sin pensar y en la imprudencia,
viviendo en la ignorancia a su verdad.
El tiempo en nuestra vida se desgrana,
como un racimo de uvas consumido,
se muere en el presente, por vivido,
viviendo sin saber si habrá un mañana.
Los días son medidos, y el anciano
nos muestra que la vida es el momento
que queda suspendido y sin cimiento,
para caer al fin de nuestra mano.
Escrito en Mayo 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario