Los encuentros, los abrazos.
Esa conexión de ánimos entre personas,
que buscan compartir ese desbordamiento
de estar y reconocerse.
La amistad es un crisol
donde se funden las almas y se siente
una unión sin cadenas, una soldadura de luz,
con un calor que no quema
y resulta confortable.
En ese espacio se abren los amaneceres
en las pupilas y sentimos que dejamos
de ser Uno, para ser Todo, por encima
de los intereses y las mezquindades
que llevamos en las suelas de los zapatos
e intentan alojarse en nuestro interior.
Los encuentros, los abrazos.
La alquimia pura, que transforma la soledad
en un abanico, que al agitarlo,
alivia nuestros pesares y nuestras tensiones.
Escrito en Febrero 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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