El árbol forma nudos que se enlazan
concéntricos, en cada momento de su historia.
Su realidad nace de la oscuridad profunda
de la tierra y sin embargo, sus anhelos
son yemas que desde sus ramas, crecen
y apuntan al cielo.
El árbol es viejo sabio,
desde su mudez de siglos
y su paciente permanecer sin agravios
frente al capricho de la naturaleza.
Carne tierna, que en el tiempo se endurece
y pierde la savia de su juventud.
Mente que en silencio, realiza el milagro
de purificar el aire y atraer las gotas de lluvia
o cambios emocionales,
sobre la faz de la tierra, que busca
la humedad de su beso para sentirse viva.
Astro o planeta de pulmón abierto
hacia la entraña que vomita la pasión interna,
derramada en lava volcánica.
Su inercia vuelve a crear vida, ante los ojos
de su majestad silente y permanente,
durante los siglos contemplados
en un sobrecogedor silencio.
Escrito en Agosto 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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