Se adivina un frío metal en las miradas
y un vacío en las cuencas de sus ojos.
Se perdieron las interrogaciones
sobre un campo sembrado de bastones
de incoherencias y alguien lanzó
una piedra al vacío, para averiguar
la profundidad de su existencia.
Atados a un pensamiento errante,
sólo somos capaces de divagar e imaginar
escenas que no se suceden
en el ámbito cotidiano.
Se intenta el retorno hacia el origen,
pero la noche cae inclemente y oscura,
ante los ojos sorprendidos de quien
quiso envolver sus sueños
en papel de celofán y resbaló una y otra vez,
hasta el borde donde el absurdo reina
en su ávida y empecinada locura.
He clavado todas las horas en mi memoria,
pero mi mente divaga, intentando
comprender todo ese tiempo perdido
que la noche guarda en sus bolsillos,
a pesar de la gravedad de seguir
indescriptiblemente vivo.
Escrito en Agosto 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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