los ojos con cabeza de alfiler, que fulguran
y lloran la pérdida de la luz del sol matutina.
En un frasco de formol, las emociones
permanecen intactas, sobre una vitrina oscura,
oculta a los ojos insidiosos.
Hay una muestra de vapor del hálito,
escondido entre los cojines de la sala,
( ahora vacía ) y con las ventanas abiertas,
no para que alguien entre...
sino para que salgan todos.
Nunca puede llenar de agua
los oídos tatuados de las alfombras
y aunque todo lo saben y escuchan,
no lo cuentan, ante el temor de ser
nuevamente pisadas.
Nunca adivinarás qué es lo que guardo
en mis manos vacías, pues sólo crees
en aquello que puedas ver
y la mayor ignorancia es la ceguera y negación
de lo que unas manos guardan,
cuando está a punto de construir algo
que surgió en una chispa de ingenio.
En toda congregación hay un disidente
y ese soy yo, más por convencimiento,
que por rebeldía.
Cada muerte negada es una resurrección
a la vida.
Escrito en Marzo 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.


No hay comentarios:
Publicar un comentario