y los botones que abrochaban
mi vieja gabardina.
Perdí mi virginidad y un poco de pelo
en el cráneo.
Quise creer en fantasías hermosas
y sin embargo, la realidad me resultó
más dura de lo que mi comentaron.
Parece que nada importe y la actitud
es sufrida, dejando que la indiferencia
campee a sus anchas por nuestras vidas.
Nada lo sentimos como cierto
y la duda es una corona ceñida
en nuestras mentes.
La rana no se transformó en príncipe
con un beso y aún tenemos el sabor amargo
de su piel, en nuestros labios.
Escrito en Diciembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
I.S.B.N : 978 – 84 – 17279 – 06 – 6
Depósito Legal: BI – 1323 -2018
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