hay un dolor de acero y nieve,sobre el costado y en el interior del alma.
El desapego duele, con la voracidad
de un picoteo constante, hasta que
la separación nos condena a la herrumbre
del tiempo y una soledad en la que,
el musgo es testigo de nuestra pérdida en la presencia.
Sentir que no estamos, es una proyección,
en la que nosotros nos sentimos
en el No-Sentir y que no nos sientan.
Carne pútrida y olor a abandono.
El alma se hace humo en la irreverente
esquina del olvido y vagar sin rumbo
a ninguna parte es, presumiblemente
desaparecer, aún siendo conciencia
de nosotros mismos.
Conciencia y energía, imperceptiblemente
presente y perpetua.
Divinidad en seres de luz, con experiencias
tan dispares y absurdas, como vivir
una realidad lejos de nuestra condición
Escrito en Febrero 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
I.S.B.N : 978 – 84 – 17279 – 06 – 6
Depósito Legal: BI – 1323 -2018
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