Vivir es sentir emociones pasajeras,
que el viento arrastra con pies ligeros,
borrando las huellas y los recuerdos.
Ríos que son vértebras de agua
sobre la árida tierra o el pensamiento detenido
en un instante.
Todo se precipita en un batir de espumas
sobre las infinitas gotas que fluyen
desde los blandos cuerpos o arroyos.
Ideas que acaso no trasnocharon
y se dejaron llevar por el diamantino brillo
de un rayo de sol, sobre una esfera de agua,
lágrima o suspiro en vapor condensado,
a cuyas gotas no alcanza la mano,
si se materializa en sólida constancia,
su huidiza forma inconsciente.
En un ademán de luz, se tornasola el iris
y brillan los colores, como regalos inesperados
ante unos ojos absortos y sorprendidos.
Escrito en Enero 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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