Curiosamente caminamos sobre las piedras
que contemplan nuestra historia y se alargan
como lenguas silenciosas, formando caminos.
Al alba sus márgenes quedan reflejados
en la plata del río y va variando
su lenguaje de luz y sombra, hasta quedar
mudas nuevamente.
Hay piedras que se remontan del suelo
y crecen en las alturas.
Cúspides, torreones y almenas,
en fortificaciones y catedrales,
cuya dimensión se iguala al tamaño
de nuestros temores.
Ávila es ciudad de fe y temor cristiano,
se eleva sobre un cerro, dejando muy abajo
los temores a los fuegos del infierno.
Auto de fe y elevación del espíritu
en un silencio de recogimiento
o en el bullicio de sus fiestas.
Ávila, solemne y recogida en la humildad
de la oración.
Una historia que entra en ebullición
tras los muros que la guardan y protegen.
Escrito en Septiembre 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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