a estrellarse contra las rocas, produciendo
lágrimas de arena que caen al suelo
y ruedan llevándose lejos
las pasadas penurias.
Nada hay tan duro, que el viento no pueda
esmerilar, desgastando sus aristas,
con constancia y paciencia.
Tal vez la edad sea ese paso sobre
el rostro impenetrable del tiempo,
sufrimiento vendavales sobre las sienes,
con el Sol como testigo, a nuestras espaldas.
Cada día vuelve esa imprevisible constancia
de intentar perpetuarse, a pesar del peso
que el tiempo agrega, sumando arenas
sobre nuestros pies, para impedir
ese paso largo, que nos aproxime
a una parálisis permanente de todas
las vivencias, que acaso hemos guardado
en una caja de hueso, en la que atesoramos
nuestros recuerdos.
Escrito en Febrero 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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