la guerra por igual, nos mata a todos,
debemos procurar, de todos modos
no vivir en la angustia, ni en la espera.
Olvidar por fin nuestra ira ciega,
viviendo intensamente en los períodos
en que la calma no conozca apodos,
pidiendo su rescate a quien la niega.
Poder cambiar el mundo es largo empeño,
borrando esas fronteras, que separan
la unión por el esfuerzo en voluntades.
Qué nadie nos empañe en este sueño,
la fe, que en la esperanza nos amparan
el peso en la razón de estas verdades.
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