para atraer la luz de tu primavera.
Caminando sobre ellas, escucho el crujido
o lamento de sus peciolos rotos y secos.
Abundaba a raudales, las luces del tiempo,
que huían de la redoma de los días
y era como cegarse, para ver entre
los párpados encogidos, otros destellos
con la vista forzada, en un claro ejercicio,
al comprimir la realidad en su paso
hacia nuestras retinas.
He amado, si. Siempre he amado, a pesar
de las penurias sufridas por abandono
en última estancia y en el último momento.
Siempre he creído, que el agua sigue
estando fría, tras el azogue
de espejos durmientes, a pesar de ser
acariciada por una acaramelada
luz crepuscular.
Hoy es obvio el retardo en las estrellas
y sin embargo, aún parpadean,
como suelo hacerlo yo, al intentar
contener las lágrimas.
La belleza acude a su cita en los recuerdos,
llevando maquillaje de luna,
con leves tintes de nostalgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario