Cuando uno camina, no sabe dónde acabará,
sólo vemos lo que vamos dejando a atrás,
lo que fue ayer y hoy no es.
Reminiscencias de una luz que agoniza
en nuestra memoria y acaso quede
ese matiz difuso que albergamos
en nuestro interior y deseamos recordar
como experiencia.
Cuando uno camina, toma una decisión
tras otra, un paso tras otro y la mente
abierta de par en par, con la barbilla levantada
y los ojos fijos en el horizonte
al que deseamos llegar.
Nunca se llega al lugar que ocupa
nuestra mente, sino a otra dimensión distinta,
con nuevas vivencias y otro sol brillando
sobre nuestras cabezas.
Soñamos despiertos,
con algo que nos sorprenda
y logre desprendernos
de esa melancólica monotonía
que tiñe de gris cada uno de nuestros días.
Escrito en Julio 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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