en su mudez resuelta, se ha perdido.
Ante la enorme insignificancia del absurdo,
algo crece, por grotesco y burdo…
esa triste mirada, que inútilmente,
trata de llevarse por delante,
la mirada de otros ojos expectantes,
que nos fijan su atención ligeramente.
En la casa de nadie, nadie habita
un propósito fugaz de permanencia,
se perdió todo rastro de inocencia
y al final, ya sin querer, se precipita.
El silencio lima toda su aspereza
y es sutil, por procurar su sutileza,
así todo ha de servir la redundancia
de observar cómo se extiende la ignorancia.
Aquello que se ignora, se diluye
y nunca caminamos hacia atrás,
se marca en otro ritmo su compás,
al paso que se borra o se destruye.
En la casa de nadie se devora,
la ausencia, por falta de compañía
y así va sucediendo cada día
marchita por su pena entre las horas.
Escrito en Diciembre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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