que muestra el dorado grano, dorado al sol
y marcando saetas sobre el claroscuro
de una tarde de invierno, con la pesadumbre
en el ánimo.
La violencia del agua en furia incontenida,
agitando olas y elevando vertiginosas paredes
de agua.
Emociones telúricas alzándose sobre
los pequeños anhelos marinos, zozobrando
una vez más en sus pequeñas embarcaciones.
Agua al fin, en el pequeño misterio de una
gota purísima o en la vasta inmensidad
de una transparente y mineral constancia.
Presente en nuestra suerte
o nuestro infortunio.
Agua hendida por nuestras manos,
en las labores cotidianas.
Agua como caudal de vida y sustento
desde el lecho marino. Agua de lluvia,
agua bendita y agua que derriba
las grandes ambiciones humanas.
Agua constante en los afluentes y los hechos,
agua para la sed.
¡Agua de Vida!.
Escrito en Diciembre 2021por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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