se cobra la estancia y el disfrute.
En su ámbito crecen señales de musgo
y verde aciago, que va brotando en las edades.
El tono de voz se hace áspero y la piedra
que nos contempla, se yergue orgullosa,
ignorando aún su permanencia en los siglos.
Todo perece y lo hace porque crece.
Cuando cesa el crecimiento,
vence el fallecimiento.
Lo inerte lleva una vida en suspensión,
que parece detenerse.
Se cruzan los caminos, los destinos.
Todo crece y perece, sólo lo inerte permanece.
La vida es vida, que en la muerte se entrega
y se suicida. Amante del tiempo, se agota,
marca y sentencia, su frágil existencia.
Para bien o para mal, la vida es un tiempo
que se agota y fractura en su cuerpo de cristal.
Escrito en Noviembre 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito.”zuhaitz”.
I.S.B.N : 978 – 84 – 17279 – 06 – 6
Depósito Legal: BI – 1323 -2018
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