de su envoltorio de sombras.
Se ciñe lentamente sobre los cuerpos
e impregna con su magia, cada rincón
de la habitación.
Es tiempo de caricias, en ese dulzor
que no cansa, ni satura.
En esa tibieza de piel, que despierta
a los sentidos, a ritmo de jazz lento.
La sensualidad recobra su tiempo adormecido,
en la voz y la pausa.
Los cuerpos se extienden uno sobre otro,
confundiendo las sombras con el trémolo
de los abrazos y el tenue rumor de besos,
que se sienten como cosquillean en los oídos,
tal vez descuidados a cuanto sucede
entre los amantes.
Escrito en Noviembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
I.S.B.N : 978 – 84 – 17279 – 06 – 6
Depósito Legal: BI – 1323 -2018
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