de una lágrima emocionada,
comienza a calar en mi alma.
Siento una vibración especial y capto
la calidez de su amor,
cuando aproxima su rostro
e inclinando su cabeza, roza levemente
sus labios con los míos.
Después surge un manantial dulce
en nuestras bocas y el beso
se prolonga hasta el éxtasis.
Los párpados se cierran para ver
y sentir con plenitud el amor,
como fuente inagotable o desmedido
volcán en erupción, que entre los abrazos,
arde en la pasión que se desata.
Los brazos hacen nido y cobijo
a la persona amada y su imagen brilla
con nuevo fulgor, en el interior
de nuestra mente y nuestro corazón.
Escrito en Noviembre 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
I.S.B.N : 978 – 84 – 17279 – 06 – 6
Depósito Legal: BI – 1323 -2018
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