La muerte vence al dolor, que es síndrome
de vida y duerme su consciencia
en un sueño de siglos.
Las piedras callan
en un sonambulismo perenne
y cierran sus párpados con escamas
de negra mica, para no despertar
del extraño sortilegio, que mantiene alejados
a quienes intentan abrir las puertas metálicas
con un glacial frío, que celosamente guardan
para esos corazones que perdieron
toda esperanza.
Para morir siempre hay tiempo y la vida
se mantiene despierta, merced a las cicatrices,
que el tiempo ha dejado
sobre su angosta epidermis.
Escrito en Julio 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”,
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