ancladas a tus caderas, contemplando
el sol que nace en tu rostro, fulgiendo
en matices de bronce y oro.
Morena trigueña, de bruñido cuerpo,
cincelado con el mimo de una caricia
de brisa fresca.
Y yo, soñando tus besos aéreos,
en esa cercanía de fuente que mana
dulce miel desde tu boca de grana.
Me detengo ese instante perpetuo
y me prendo en tu fuego, desde el crisol
de tu vientre, hasta tus ojos infinitos,
que atrapan todo misterio y ensoñación.
Saetas de amor, mis latidos crecen
y se proyectan fugaces hasta tus manos,
que acarician el agua pura, que mis suspiros
mueven en gráciles olas, ondulantes
como tu crespo cabello, cuando se enreda
en mi frágil cuello, ante el impulso de tu amor,
que despierta mis sentidos en el ánimo
de un anhelo, que desea amarte aún más,
en un tiempo que detenga su pulso y latido,
permitiendo que nuestros corazones
marquen el ritmo de nuestro amor
en nuestras vidas.
Escrito en Julio 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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