en luna cuajada de diamantes;
donde hubo estrellas rutilantes,
hoy queda una inquietud presa en azogues.
Hilos sueltos de vida enhebrada,
donde nunca la razón será el camino,
pues al fin, sobre la marcha va el destino,
con cada muerte o vida reencarnada.
Sentimos la experiencia en todo o nada,
amor como perfume o flores mustias,
pasajero de alegrías y de angustias,
quedando en un suspiro así apresadas.
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