blanca harina y polvo resumido en el tiempo.
Nada es más ingrato que la huella
de las pisadas de todas las edades,
contempladas antes de fallecer.
Ni siquiera la lágrima más amarga,
puede permanecer ajena a la sal
de la tierra que la conforma.
Nuestro cuerpo se arruga, azotado
por el viento seco y pierde su firmeza
y juvenil elasticidad.
Se agrieta como tierra yerma,
que perdió sus frutos en la desesperanza.
La juventud fue una brevedad
con alas de mariposa y los pétalos de rosa
se marchitaron entre las hojas
de un viejo libro.
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