se debilita en el ocaso.
Apenas una leve llama mantiene la ilusión,
que pasajera, anidó en un corazón adolecido.
Se fueron marchitando las hojas de los árboles
y también las del almanaque.
He sido un tallo verde y aún ahora,
no tengo la certeza de nada de lo que dejé
en mi camino, tan sólo piedras inertes
y palabras horadadas por pensamientos...
por si alguien las recoge y las vuelve a lanzar
al vacío, en la espera de que con ellas,
se pueda construir algo sólido.
Mi errores me acompañan siempre
como testigos de una intención de superación,
que ha sido el gran reto entre mi fortaleza
y mi debilidad.
Me estoy marchando poco a poco,
“a pies juntillas”, sin que nadie lo note.
Se acaban los plazos y la felicidad
fué una fugaz mariposa, que quemó sus alas
en el fuego de la pasión.
Soy un resumen de cenizas y la sombra
de la luz que me habitaba.
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