en un crepúsculo adormecido
de manantiales de savia.
Dulce boca que prolonga el bostezo,
después de besar todas las memorias,
bajo una intimidad que rompe los secretos
de un silencio sincopado.
Génesis de amor, que fluye y escapa
entre los dedos.
Agua reciente que se evade, sin apenas
despedir su paso, al lamer la roca inerte
para despertar su ligereza de arena.
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