de sus angustias se forjó la primera espada.
Ésta no le salvó de enfrentarse consigo mismo,
ante una desnuda soledad y entonces...
lloró como un niño desvalido.
Se originaron los mares y de sus dudas,
surgieron de su mente atormentada,
las tormentas y maremotos.
Sólo algunas veces acude la calma,
besando las playas en un tenso oleaje
entre los suspiros del viento.
Escrito en Agosto 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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