capaz de atenazar los ímpetus de libertad.
Existe una claustrofobia intrauterina,
por no retornar al origen, cuando nos nace
esa inquietud por ver y atesorar
lo que el mundo pueda ofrecernos.
Cuando nos saturamos impropiamente
de algo que jamás llegaremos a poseer,
se manifiesta una agorafobia, que se traduce
en un retorno al nido, al hogar.
La leña ya se ha secado
y arde entre las llamas,
mientras nuestro espíritu se aquieta,
como un campo de trigo ajeno al viento,
temeroso sin embargo,
de algún aguacero imprevisto, al no llevar
sobre la cabeza, un sombrero
que nos pese excesivamente,
sobre las ideas más recientes.
Escrito en Abril 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario