tras máscara, fingiendo bondadosa
y piensa sorprender con otra cosa,
usando del candor, por catapulta.
La lágrima, artificio de piedad,
vinagre, con que ablanda corazones,
truncando las escasas ilusiones,
por conseguir su empeño con maldad.
Aciago el corazón, que lo soporta,
perdido entre malezas de mentiras,
el tiempo de la luz, tal vez expira,
sin preocuparle nada.¡No le importa!.
Al fin todo se aclara y el que yerra,
el peso llevará de sus acciones,
el tiempo lo resuelve y lo dispone
antes de dar sus huesos en la tierra.
Escrito en Junio 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
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