y nadie ha caído en cuenta,
la tierra está cenicienta
cuando se estrelló en el suelo.
Al creer que es obviedad,
lo que aparece y se intuye,
poco a poco se destruye
nuestra fe y nuestra verdad.
Y así en la contemplación
de aquello que nos domina,
nada comienza y termina
siendo una abominación.
La muerte de la consciencia,
produce un hedor muy fuerte,
si la atención cae inerte
ante tanta indiferencia.
En el cielo se rompió
una esperanza, olvidando
que hemos estado alcanzando
la llama que nos forjó.
Esa conducta ejemplar
y resolución de lucha,
se perdió, pues nadie escucha,
se ha dejado de luchar.
No nos parece afectar
las injusticias y abusos
y caminamos confusos,
no nos queremos “ mojar “.
Pensamos que es pasajera
esta actual situación
y es una equivocación
que nos afecta a cualquiera.
Escrito en Agosto 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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