y las vértebras del dolor se estiran
a través de los montes,
para romper telúricamente, el absurdo
de las fronteras mundanas.
Nada es como lo cuentan los narradores,
ante el soborno de la historia,
cuando sus bolsillos pesan más
que sus conciencias.
La sangre se mezcla con el óxido
del hierro de las armas, ( antes enmohecidas
y ahora brillantes, bajo el relámpago de la ira ).
Los cadáveres son testigos mudos,
que pronto se perderán en las arenas
del tiempo y en las vacías memorias
de toda intención.
En un secuestro infame, la apatía roba
el preciado tesoro de la virtud y las sombras
pasean su impunidad, entre un entramado
de rayos de luz, que agonizan bajo la ceguera
que cristaliza todo caudal de claridad,
inerte y evanescente…
Como un recuerdo borrado de cada una
de las páginas de nuestra vida.
Escrito en Agosto 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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