aunque caiga en un error,
no buscaré confesor,
pues no hay arrepentimiento.
Nunca creí en el pecado,
y sí en la equivocación;
son ritmos, que el corazón
lleva por muestra y recado.
Y ocurre, que si no quiso
escuchar sólo a la mente,
lo interpretó diferente,
en el momento preciso.
El corazón, confundido,
nos ha llevado a la duda,
pues si la intención se muda,
razón habremos perdido.
Y por sentirnos culpables,
aunque no exista condena,
nos invade una gran pena
y oímos ruidos de sables.
Escrito en Agosto 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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