un bramido, con tintes de dolor
sobre la carne.
La hoja que el viento arrastra lejos, no llega
a ningún destino conocido… Y sin embargo,
nadie llorará su ausencia clorofilada
en el pasado.
¡No te inquietes! No existen ni el ruego,
ni el perdón, y hace tiempo que no llegan
nuevas noticias a nuestros oídos.
Reverbera el mundo en un síncope arrítmico
y todo va cayendo, con la inexactitud
de un peso desequilibrado y desmedido,
hacia los abismos de un razonamiento vacío,
en la negrura de una noche eterna,
bajo el brillo esmerilado de unos sables
que se esconden y apenas, sus puntas
o vértices, asoman como rutilantes estrellas,
a punto de asesinar el día, bajo el influjo
de una pálida luna.
Escrito en Marzo 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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