sobre mi mente confusa
y su claridad difusa,
me persigue a donde vaya.
La confusión me trastoca
de una forma dura y fiera,
en una agónica espera,
que seca mi lengua y boca.
Pues aquel que se equivoca,
aún sabiendo de su error,
siente en sí un gran dolor,
que en su ansiedad se provoca.
Errores hay en la vida,
desde un tiempo en sus albores,
todos tenemos errores
variados, por su medida.
Nadie puede ser perfecto
y basta con comprender,
lo que pueda suceder
en un mermado trayecto.
Así pues, no quiero un juicio
que sea condenatorio,
si un error premonitorio,
no será un mayor perjuicio.
Y si el juicio se adelanta,
antes de saber su forma,
de nada sirve una norma;
su sola visión, me espanta.
La ley ha de ser primicia
de un equilibrio constante,
pues nada es más repugnante,
que una ley, si no hay justicia.
Escrito en Marzo 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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