El temor de beber del cáliz, sin saber
si su contenido es ambrosía o veneno.
Buscar las respuestas fuera de nosotros,
sin mirar en nuestro interior, cambiando
la palabra responsabilidad por culpa
y haciendo a los demás, herederos
de nuestras insatisfacciones.
Llevando el letargo de la piedra,
sobre la carne débil, intentando lavar
con cloro nuestras conciencias,
buscando el blanco beatificado, a pesar
de la irritación que se produce
en nuestros ojos, tal vez por sus gases
o por el desprendimiento de una moralidad
no asumida.
Caminar desnudos, no es grotesco,
es mostrarse tal como somos, sin disfraces,
ni aditivos, que nuestra razón conoce
y contempla, esperando un impulso
de nuestro atrevimiento,
perfectamente calculado, para obtener
un éxito seguro.
Escrito en Febrero 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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