No salen al balcón de tus ojos, las aves
de tus pensamientos.
Hay un recelo de mar en calma,
cuando se presiente una posible
tormenta cerebral, cuyas olas puedan
arrastrarnos en la vorágine iracunda
de tus frecuentes cambios de humor.
Difícil es adivinar en un rostro,
carente de todo gesto ninguna
callada intención, y acaso en la sorpresa,
sea peor el encuentro con el personaje
que ocultas en tu interior.
Con hilos de silencio, se tejen
las telas de araña y se anudan las redes
que atrapan todo atisbo de inocencia.
No es por rencor, esa mudez que sepulta
tus palabras, sino un temor incierto
a descubrir el sol, sin que llegue a cegar
tus ojos y tu razón.
Escrito en Febrero 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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