no puedo soportar la soledad, cuando es
aliada del silencio.
Suena como un eco vacío, en una boca
que emite sin música.
Pedaleo en mis sueños, para despertarme
y tal vez, la realidad sea más cruel
que todas mis pesadillas.
En mi mano derecha, suelo contar mis aciertos
y en mi izquierda, mis errores.
Nunca supe acompasar las dos manos
y eso me resulta muy familiar.
Me balanceo sobre un columpio colgado
de las nubes, mientras observo desmoronarse
construcciones más sólidas.
Las mejores sonrisas, no necesitan
ser bordadas, sino ser exhibidas
en su total desnudez,
con el morboso propósito de ser felices
y extender y propagar este contagio
tan saludable…por todo el mundo.
Escrito en Febrero 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.
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