Nos hace pensar que todo
tiene un motivo y sucede
por una fuerza imperativa, que gobierna
los destinos.
Cuando se sale del claustro se ve el mundo, lo maravilloso y lo atroz
del día a día.
Las incógnitas flotan sobre nuestras cabezas, a una altura que nuestras manos no alcanzan.
Encontramos lo que buscamos,
porque se nos provee de lo que
necesitamos.
Decididamente, resuelto el enigma,
damos por concluida nuestra búsqueda
y nos perdemos por los caminos,
que se ocultan a la primaria razón,
hasta que la puerta se abra
al conocimiento.
Nada es tan evidente como para
no desentrañar aquello que no
nos es revelado.
Escrito en Mayo 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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