dejaré mi sombra,
donde no se nombra,
porque no hay espejos,
ni claros reflejos,
en la proyección
de este corazón
que, por ti se mece
tibio, y adolece
en la soledad
de cualquier rincón.
Suena una canción
en la lejanía
y transcurre el día
flojo y angustiado.
Sólo me has dejado
un vago recuerdo
y a veces me pierdo
en divagaciones,
falto de ilusión,
parco en mis razones,
lleno de preguntas,
de sombras difuntas
y un escaso anhelo
que en el vasto cielo
quedará olvidado.
Tal vez, nadie observa
que, ya no hay rencor
y falto de amor,
no queda reserva,
si no se conserva
el deshilachado
beso, que me diste
y acaso perdiste
en tu amanecer,
ese florecer
de un amor furtivo,
pues faltó el motivo
para proyectar
tus ganas de amar.
Navegaste en calma,
llegando a mi alma
triste y desolada.
Ya no queda nada
para recordar
y mi corazón
yace en el desierto
de mi soledad,
porque ya está muerto
en tu realidad.
Y entre la maleza
de mis pensamientos,
mis presentimientos
tocan mi cabeza.
¿Se puede vivir
carente de amor?
¿O acaso morir,
sea el gran favor
que mitigue el hecho
y en mi pesadumbre,
se queme en su lumbre.
Su llama en mi pecho,
consume el derecho
de amar y entregarse,
parece negarse
y en mí desvarío,
como un loco río,
me muero en tu mar.
Así pues, amar,
es esa aventura,
que nunca perdura
y he de asimilar.
Escrito en Abril 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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