ebrio de ilusión, aunque por la mañana
amanezca con resaca.
¡Es tan efímero el encanto de un instante!…
Que pasa tan raudo, que no podemos
alcanzarlo y cautivarlo en nuestros sueños.
Todo cae estrepitósamente, bajo el peso
de la realidad y no todas las heridas
cicatrizan en un mismo tiempo.
Ni siquiera el bálsamo del amor
puede mitigar el dolor en la ausencia
y la tristeza.
Se fija mal sobre la piel, cuando nos es negada
una caricia.
Todo se va muriendo lentamente,
en un crepitar de hojas secas
y sólo nos queda la esperanza…
porque aunque tarde en salir el sol
cada amanecer, esperamos confortarnos
con el calor de sus rayos, como si se tratara
de un nuevo milagro a punto de suceder.
Escrito en Junio 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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