desde mi perturbada vida, repleta
de un oleoso sentir de culpabilidad,
hacia la gelatina transparente,
que me permite observar, sin ser visto…
a todos los transeúntes perdidos,
que buscan la megafonía para ser escuchados porque están llorando y no alcanzan
a pronunciar su propio nombre
Puede parecer inmaduro, pero no inmaterial,
que cada cerrojo salte por los aires,
con la pólvora de una risa, que escapa
entre los dientes y sin embargo
desencadena una erupción,
que anega las penas, bajo finas capas
de hilaridad.
A fin de cuentas, todo aquello
que parece descabellado, no se enreda
en los cabellos de una absurda monotonía
y los tintes grises de la tristeza,
vuelven a recobrar los tonos irisados
y armoniosos que antes tuvieron.
El día se torna luminoso y claro.
El azul del cielo pierde toda sombra
o penumbra y se refleja en el espejo
de las aguas de un mar sereno y dichoso.
Escrito en Junio 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario