en su ausencia de sonidos,
como un trueno en mis oídos,
en una lánguida espera.
Hay tiempo para pensar,
aún siendo un tiempo furtivo,
porque siempre habrá un motivo
que nos haga meditar.
En el silencio medito,
pues es mi gran compañero,
la calma, de la que espero
la respuesta que os remito.
Cuando encuentro la respuesta,
cometo el atrevimiento
de lanzar mi pensamiento,
como una firme propuesta.
El silencio me recoge
en una fascinación,
que crece con la emoción
que a mi corazón lo encoge.
Es un baño de quietud,
donde el alma se serena
y siempre valdrá la pena
conservar esta virtud.
Escrito en Junio 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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