y ha nevado en mis sienes, contemplo
una copa de vino en mis manos y tiene
el color de la sangre.
Mis recuerdos se agolpan en mi mente
y siento un frío dolor de hielo
o acero punzante.
Bebo la copa de vino y su color rubí
es similar a aquel atardecer de tu despedida.
Una lágrima rueda por mis mejillas,
al apretar los párpados e intentar en vano,
borrar tu recuerdo y mi pena, anclados ambos
en mi pasado, pero cuyo musgo brota
y permanece en mi presente.
Rompí todas tus fotografías por despecho,
para mitigar mi dolor, pero aún quedan espinas
en mi corazón, que no logré sacar
y en mi mente aparece tu imagen,
amarillenta y desgastada por el tiempo
y la nostalgia.
Aún no he conseguido borrarte, porque
no hay ataúd tan grande, para contener
y sepultar tantos recuerdos, tan sólo
cuando sopla el viento
o escucho el rumor de las olas,
mi mente se abstrae y retorno al presente
y a la dicha que un día me negaste.
Escrito en Junio 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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