y las lomas que se muestran entreveradas
en verdes y ocres, el hálito del viento
rodea las nubes y las empuja hacia los valles.
Se escuchan susurros, que mecen la calma
de la tarde y la hierba se inclina graciosamente
entre las flores.
La paz es eso…una densidad de horas
sin peso en el letargo y la atención puesta
tan sólo en la contemplación y su disfrute.
Hallar las notas imperceptibles,
que el viento no pronuncia y gozar sin temor
del paso del tiempo en la esfera de un reloj
o en el recorrido del astro rey,
sobre el azul celeste.
Entre la lozanía del día, en su esplendor
o el juego de sombras orladas
con ribetes dorados, al caer la tarde
sobre un lecho de senos durmientes
o espumas de mar, que arrullan
al silencio nocturno.
Escrito en Julio 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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