como el agua necesaria,
que riega la tierra yerma
o los rincones del alma.
Se copiaban fugitivos
los rayos del Sol, temprano,
como dedos de una mano
en las caricias perdidos.
Ellos viven muy despacio,
con las prisas de otros tiempos,
con la fe por alimento,
crisol de ámbar y topacio.
Interiorizan el cielo
dentro de su corazón,
cada día en la oración,
por motivo y por consuelo.
Escrito en Octubre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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